No hay duda de que la tecnología ha cambiado nuestras vidas. Nos ha llevado a alturas que no podríamos haber imaginado de otra manera. La tecnología también ha llenado todos los rincones de nuestra vida diaria, cambiando la forma en que nos comportamos y nos comunicamos.
Por lo tanto, como diseñadores y desarrolladores, nuestra misión es garantizar que la misma tecnología se entregue al usuario de la manera más humana, y que cada interfaz/producto/servicio sea la más cómoda, amigable y que genere bienestar. Veamos algunos principios que pueden hacer esto posible.
El principio de control especifica que nuestro producto ofrece al usuario la capacidad de realizar la acción que desea cuando lo necesita y lo requiere, sin dictar su comportamiento, y debe ofrecer opciones para cancelar la acción sin castigo.
Imagine una red social con muchos usuarios y todos ellos compartiendo el mismo entorno y pudiendo llegar a todos los demás usuarios. Sería incómodo si la interfaz no tuviera la opción de filtrar o moderar qué tipo de usuario puede contactarlo, o si el usuario ya lo ha hecho, bloquearlo. Realmente sería un servicio que saca al usuario del centro de atención y cuidado.
Lo mismo podría decirse de una aplicación que no tiene la posibilidad de eliminar ciertas notificaciones, que no queremos ver o simplemente no son de nuestro interés particular.
Es muy simple: los datos del usuario son preciosos. Cada información que tenga que brindarle debe tratarse con todo el respeto, claridad y transparencia posibles. Por lo tanto, al poner esto en práctica, debemos hacer que nuestra interfaz muestre de manera detallada qué condiciones enfrenta el usuario cuando acepta registrarse, qué datos se recopilan y con qué propósito.
Además, nuestra interfaz de servicio/producto debe tener la opción de acceder a estos datos cuando lo desee, eliminarlos de la plataforma por completo y eliminar su cuenta si lo desea.
Un servicio o producto atento es aquel que anticipa lo que el usuario puede hacer mal al usarlo. Es inútil que nuestra interfaz tenga las mejores prácticas de usabilidad si no proporciona los mecanismos para evitar la fricción que puede causar una confusión en su navegación.
Por lo tanto, siempre se recomienda asegurarse de que el usuario esté advertido de los efectos de cualquier acción que ejecute, como, por ejemplo, la confirmación de que está a punto de realizar o aceptar algo en particular.
En términos de tiempo, no solo hay una referencia a que su aplicación se comporte lo más rápido posible y sin ningún tipo de retraso, aunque, hay que decir que esto es demasiado importante para dejarlo de lado. También se refiere al hecho de que el usuario tiene el poder de decidir cuándo puede detenerse y cuánta información quiere llevar.
¿Cómo logramos esto? Haciendo nuestra aplicación finita. Por ejemplo: en una fuente de contenido, dando la posibilidad de que tenga un límite, y si el usuario quiere ver más, indique mediante un botón «Ver más».
Además, el usuario debe saber cuando un contenido relacionado ha llegado a su fin, y esto puede lograrse indicando tal situación en nuestra interfaz.
Por último, pero no menos importante, su producto/servicio debe ser inclusivo. De hecho, la inclusión podría ser el terreno general de estos puntos. Pero, para ser más precisos, ser inclusivo es tener en cuenta las diferentes personas que componen sus usuarios y sus diferentes entornos. Un servicio/producto inclusivo llega a tantos usuarios como sea posible sin eliminar características vitales, ofreciendo el mismo contenido sin problemas. No solo priorizamos las necesidades de las personas, sino que también interactuamos con un público mucho más rico y diverso.
Los principios anteriores no pretenden ser una guía definitiva sobre el tema, pero describen los elementos correctos a considerar al diseñar/desarrollar servicios/productos con interfaces amigables, fáciles y, sobre todo, humanas.
Al hacerlo, ponemos al servicio del usuario final todos los elementos necesarios para que se sienta cómodo, tranquilo y confiado en el servicio/producto que ofrecemos e integrándolo de manera efectiva en él.